De la historia dicen:
No es más que la guerra contra el olvido,
Por eso,
Me sangrare de palabras,
Para hacerme más ligero;
Masticare las hojas de papel,
En su crudeza fibrosa, en su formato original,
Y las digeriré silenciosamente,
Sin quejarme.
Practicare jugar al gato con mis lápices,
Y hacer monos en mis libros,
Volare sobre el teclado,
Como una cabeza embrujada.
Sacrificare mi libro favorito,
Y repartiré sus fantasías más peligrosas,
Entre mis amigos.
Entonces probablemente estemos listos,
Para lo que viene,
Y volvamos a mirarnos en el espejo del cielo,
Donde solo hay memoria.
Y nosotros seremos la memoria que respira,
La memoria que mata, que huye, escapa,
Ataca,
No podrán describir en sus libros aquello,
Que vivimos día a día,
Ni contenernos en horas, en meses, en años,
En pasaportes, identificaciones, certificados,
Ni encadenarnos a sus visados solemnes.
Los huesos de los sueños nunca tienen descanso,
(Osvaldo Solis)
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