sábado, 24 de julio de 2010

EL PERDÓN DEL REY



Perdono a los que tumbaron en la parrilla a Muriel Dockendorf


Y la escucharon gritar y a los que sabían y nada hicieron

Perdono a los que arrojaron al mar a Marta Ugarte

Mientras se jactaban de que en Chile no había desaparecidos

Perdono a los que hicieron arder como antorchas

A Rodrigo Rojas y a Carmen Gloria Quintana

-el verdadero rostro de este país-

Perdono a los que abrieron con un corvo el cuello

De José Manuel Parada, Manuel Guerrero y Santiago Nattino

Perdono al que dio la orden y al que apretó el gatillo

Para perforar los cuerpos de Víctor Jara y de Carlos Lorca

Perdono a los que ocultaron cadáveres en un horno de Lonquén

Me cago en abogados, juicios y sentencias

Por algo soy el nuevo monarca sucesor de la Princesa

Que nos enseñó a tañer la campana de Wall Street

Perdono a los que se hicieron dueños de empresas

Y bancos y acumularon la riqueza que nos les pertenece

A los que robaron lo que era de todos y a los que robaron

Lo que no es de ninguno

Perdono a los que, como nosotros, han regresado

Al lugar del crimen y no sienten motivo de rubor

Perdono a los que lanzaron a los lagos del sur

Esos lagos que amo y donde descanso y firmo contratos

A campesinos mapuche sin que nadie se enterara

Perdono al que fabricó las bombas y al que las puso

Y al que las hizo estallar y al que dio la orden

De asesinar a Orlando Letelier y a Carlos Prats

Perdono al encargado de Villa Grimaldi

Y al encargado del encargado de Londres 38

Perdono al que violó a prisioneras aterradas

Al que introdujo ratones en sus vaginas

Y al que arrancó las uñas de las manos

De los que a pesar de todo no entregaron a sus compañeros

Perdono a los que inhumaron de noche

Los restos de los asesinados y luego los exhumaron

Para hacerlos desaparecer mientras otros -como yo-

Mirábamos el saldo de nuestras cuentas corrientes

Perdono a los que acribillaron a Ignacio Valenzuela

En la Operación Albania y encerraron a siete prisioneros

En una casa abandonada para matarlos a sangre fría

Perdono a los pilotos que bombardearon la Moneda

Perdono al torturador, al interrogador, al carcelero

Al artillero, al instructor, al secretario, al chofer

Al falsificador, al enterrador, al asesino

A todos los perdono, en esto soy especialmente generoso

Los perdono porque soy el nuevo monarca

Y a través de sus representantes me lo ha solicitado Dios

Perdono a los que hicieron por mí el trabajo sucio.


(Guillermo Riedemann)

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