sábado, 24 de julio de 2010



Púdico y sonrojado cual la sangre,

en el fragor de su pasión se entrega

el hombre contra el hombre –en hueso roto

por otro calcio hasta la astilla y médula–;


turbio y cabreado en contra de la carne

desviste el bruto cuero y se cornea,

traidor, al trizar de cuajo el lomo

al azar ideológico so férula;


no hay gracia para el hombre que se niega

sino olvido y más nada, albor desnudo:

no hay perdón tras la muerte mas refriega,


la guerra que alza pálida su muro

–más talión–, y detrás el ojo, el pasmo,

la gris espera de los ciudadanos.


(Pablo Fante)

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