Púdico y sonrojado cual la sangre,
en el fragor de su pasión se entrega
el hombre contra el hombre –en hueso roto
por otro calcio hasta la astilla y médula–;
turbio y cabreado en contra de la carne
desviste el bruto cuero y se cornea,
traidor, al trizar de cuajo el lomo
al azar ideológico so férula;
no hay gracia para el hombre que se niega
sino olvido y más nada, albor desnudo:
no hay perdón tras la muerte mas refriega,
la guerra que alza pálida su muro
–más talión–, y detrás el ojo, el pasmo,
la gris espera de los ciudadanos.
(Pablo Fante)
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