viernes, 23 de julio de 2010

PROMESAS BÉLICAS

Mis promesas bélicas terminaron con la Transición a la Democracia.
Aquí incubo un eclipse mental, el acabo de mundo que vengo predicando
con una biblia de Flanery O’ Connors en la mano.
Es mi estrella fosforescente pegada en la lengua, mi libro de recetas
contra la justicia del sicotrópico y la aspirina con baliza diplomática.
Mis promesas bélicas quedarán en la historia.
Soy el hijo del novio electrocutado en la torta de la novia
bailando un merengue criminal en el Palacio de Justicia.
Mis promesas bélicas quedarán en la historia.
Dejo este par de cojones místicos
en un frasco de amongelatina en el útero de la ciudad.
Mis promesas bélicas quedarán en la historia
aquí está la argolla de compromiso con Moby Dick, mi ballena desaparecida.
Mis promesas bélicas quedarán en la historia.
Este lunar en la espalda es una mochila con explosivos,
una espoleta sensible al evangelio según Passolini.
O mejor: un lunar con las dimensiones de una joroba terrorista.
Mis promesas bélicas quedarán en la historia
si el Guatón Romo expone sus obras en El Liguria.
Mis promesas bélicas quedarán en la historia
Si el Fanta se lanza como una bebida históricamente retornable.
Mis promesas bélicas quedarán en la historia
si el Mamo Contreras teje una bufanda mientras las Damas de Rojo
vuelven de su Campo de Concentración Benéfico.
Que la sociedad protectora me ampare del animal que llevo dentro
si una de estas noches salto los muros con la idea fija de sembrar el terror con hilo curado.
Mis promesas bélicas quedarán en la historia.
El insomnio es una película muda que termina con el amanecer.


(Guillermo Valenzuela)

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