Hay que sacarse la rabia del cuerpo
Arrancársela del pellejo y de los huesos
Hay que transformarla en arma de victoria
En lanza inclemente contra la mentira
En adarga humana frente a la injusticia
Que tu vocablo no vacile en la denuncia
Y tu alarido ahuyente a los cobardes
Basta ya de murmullos
Basta ya de usar eufemismos
Sino te escuchan,
¡Grita!
Y si el grito es acallado
Que tu hijo o tu nieto tomen el megáfono
Tú también fuiste semilla y ya has engendrado
Tus lagrimas y las mías lavaron muchas banderas
Pero tu desconsuelo aún no cesa
¿Dónde están Miguel, Juan y Carmen?
¿Cuántas veces han llegado a besar la orilla de la playa?
¿En qué putrefacto hueco del desierto los abandonaron?
El llanto limpia el alma y la embalsama
Y el dolor permanece ahí… guardado
Custodiado por calendarios y actos
Exige con furia que te digan dónde están
Hazles vomitar la verdad
Y si esos malditos callan
Que los libros e informes demuestren su maldad
Se hacen los locos, se inventan vahídos
Que son diabéticos, cardiacos, seniles
Sus hijos interceden por ellos
Así… pretenden escapar al castigo
Tú no les crees,
Yo tampoco
Sus cárceles parecen hoteles…
Las de tus padres fueron armarios
Ellos reciben visitas y regalos
Y tú no sabes en qué lugar dejar tu ramo
¡Compañeros!
Ustedes no están solos
Nosotros somos el relevo
Los veremos siempre en la sombra de los árboles,
En las nubes, en las estrellas, en los granos de arena
Y sobre todo en la cara de nuestros hermanos.
(Rossana Cárcamo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario