En vano nos envalentonamos con las historias
que nos contaron hace más de quince años
tomamos partido
nos calzamos el chaleco de alpaca, cancionero en mano de la
Mercedes Sosa
guardamos en el morral una quena, un libro de poesía
y tabaco para hacernos un cigarrito.
Incluso aprendimos a tocar guitarra. Leímos a Marx, a Engels
y a Stalin
a la Marta Harnecker, de noche leíamos a Marcuse (nos
informamos).
Nos compramos un marca páginas del Che, postales de Neruda
no supimos qué hacer con tanto aparataje
que aun tenemos guardado en una caja y que miramos
de vez en cuando con alegría
y vergüenza por la nostalgia
El viento ha barrido con algunas hojas otoñales
y en julio de cada año se inunda la ciudad con las lágrimas
de todos los que lloran en nuestros sueños.
Se modificó el lenguaje y sólo queda un alegato pobre
porque las palabras de antes no son capaces de describirme
ahora.
En algún momento sucedió que se nos quebró el diálogo
mientras masticábamos la razón
y nos preocupábamos de lo que pensarían las ventanas.
Los ojos se nos poblaron de amaneceres en tránsito: Puente Alto,
La Florida, Macul, Ñuñoa, Providencia, siempre es de día en Providencia.
Resulta que el Copelia ahora es muy caro
demolieron el Paula, desaparecieron la Apsi, la Bicicleta, la
Hoy, la Vea como solía ser
y a cambio nos dejaron la miss 17, la Cosas y la Caras.
Inti-Illimani sólo toca en las fondas VIP
Allende y Pinochet son estampados de tazones cool
que se venden al por mayor en la misma tienda,
los 11 de septiembre de cada año se suceden cada vez con menos
minutos en los noticiarios
y el sistema crediticio nos ha puesto en el primer lugar
de América latina en calidad de vida.
Me parece increíble mirar hacia atrás y ver
lo tan poco o casi nada que se tiene guardado
en alguna parte del cuerpo, por no decir en la memoria
como si la historia política de los hijos de los trabajadores
fuese una de las carteras viejas de mamá, esperando el día fatal
de aquel aseo de domingo por la mañana
(porque mamá sólo estaba en casa los sábados y domingos)
en los que solía ordenarlo todo descartando aquello
que no había sido usado por largo tiempo
SOLA SIERRA, un esmalte seco de uñas
JOSÉ TORIBIO MERINO, una carpeta de cartón amarillenta
MANUEL BUSTOS, un porta carnet rojo abierto por algún lado
JAIME GUZMÁN, revistas viejas de tejido
GENERAL PRATS, un santito de bautizo del hijo de una compañera
de trabajo
GUSTAVO LEIGH, remedios vencidos
Mamá cansada con todo disperso alrededor, se sienta al borde
de la cama, enciende un cigarrillo en el que quema otro resto de
memoria mientras se mira los zapatos pensando y luego sigue
HORTENSIA BUSSI, un ramo seco y despeinado del domingo de
ramos
ALBERTO BACHELET, un vestido de fiesta talla M
JECAR NEGHME, un cojín plástico, inflable, pinchado
SALVADOR ALLENDE, una bata vieja manchada con tintura
ORLANDO LETELIER, un cassette de Locomia
JOSÉ TOHÁ, un calendario triangular de sobremesa Summa
En todas estas cosas se nos va yendo la vida, a cambio de todo
lo que bota van apareciendo cosas nuevas. Ella nunca dice que todo tiempo pasado fue mejor, sino que se empeña fuerte en seguir hacia adelante, a pesar de que le queda poca fuerza y, sin
embargo, sigue
TUCAPEL JIMÉNEZ, un palillo huacho
MIGUEL ENRÍQUEZ, una caja de perfume
GLADYS MARÍN, unos zapatos azules de taco aguja, sin tapillas
GATO ALQUINTA, una plancha sin cordón
PATRICIA VERDUGO, una peineta plástica amarilla muy sucia
AUGUSTO PINOCHET UGARTE, una medalla de san Benito oxidada
pero invariablemente termina viendo fotografías tamaño
carnet que encuentra en billeteras viejas y contando las mismas historias de mañanas de domingo. Es ahí cuando se acaba el orden y quedan algunas cosas que se salvan para otra batalla de exterminio.
Generalmente escoge una foto al azar y la pone a la vista en
el vértice de un galvano, cuadro o espejo. Desde esos vértices una niña igual a mí, que viste uniforme escolar, insiste
en buscarme antes de que vuelva a mi casa y dice al verme:
Al contemplar tu mirada tan triste
vuelvo a pensar en ayer
(Angela Barraza Risso)
No hay comentarios:
Publicar un comentario