domingo, 25 de julio de 2010

Una de tantas que hoy son nuestras madres

Ella, de sangre palestina, de arenas luchadoras,
se incrustó en los suburbios de la protesta pueblerina,
de barro y plaza, de zapatillas gastadas, de un capítulo no muy leído.
Ella, aún canta las letras del cigarrito.
Ella, durante noches observó con precaución por una rendija de su ventana la vigilancia,
gracias a su astucia, la burló, una y otra vez, y la siguió burlando mientras pudo.
Entre los compañeros consiguió un día la firma de Pablo Neruda,
sus 20 poemas de amor y una canción desesperada se tiñeron de ritmo,
de ritmos rojos, tibios, de una letra corrida, de una hoja ensangrentada,
la canción se volvió carne,
carne que yace hoy bajo la vigilancia hipócrita de aquel que desea que olvidemos.
pero nos burlaremos,
siempre, incluso cuando nos tapen de la boca con tierra de cementerio.


(Javiera Zerene Zerene)

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