viernes, 23 de julio de 2010

El pueblo que ruge

Hablemos entonces del silencio quieto sobre sus piernas
como una zona errónea
nos convertimos en el mapa geográfico del alarido,
de la memoria y el invierno.

La línea del tiempo tiene otro después
el humo caliente perforando el zinc,
los murales añejos y su ausencia
con la lengua muerta de las calles.

La tortura inquieta del corazón
es una montaña abierta que supura
sobre los surcos de la corteza
no se lava la boca ante uniformes
no se los chupa a la iglesia por más grande que sea el crucifijo.

Dejaron esta lengua que se retuerce sobre las campanas
que no se instala tras una sirena,
pidiendo electroshock para olvidar
porque durante la inocencia, él nunca volvió;
Somos el alarido: la patada al pueblo que ruge.


(Daniela Catrileo)

1 comentario:

  1. Genial tu poema.
    Es bueno -y necesario- que la rabia se transforme en poesía.

    Mauricio Huenún

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