Qué debemos decir
cuando sólo las balas
abriendo las carnes
y rompiendo los huesos
se transforman en la única
verdad audible.
Cuando ya no quedan
más palabras que decir
y el terror y la muerte
en todas las calles
y todos los ojos delatan
y las voces susurran tu nombre
y la muerte reclama tu sangre.
Qué palabras pronunciar
cuando la electricidad estremece
a cuerpos desnudos e indefensos,
cuando se mata sin compasión
en la madrugada y por la espalda.
No sé cómo explicarte, Matilde,
que en otro tiempo, otros hombres,
traicionaron, mataron y torturaron
a otros como ellos mismos,
como una mano matando a otra.
No sé con qué palabras decirte,
que no escupas sus caras,
que no insultes sus nombres,
que no señales a sus hijos,
Perdóname, hija mía,
no sé cómo enseñarte
el perdón que aún no siento,
el perdón imposible a los que
jalaron los gatillos,
los que traicionaron y señalaron
los que torturaron y mataron
los que lanzaron al mar cuerpos indefensos
no sé cómo. hija mía, no sé cómo,
enseñarte el perdón que aún no siento.
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