jueves, 22 de julio de 2010

DOCUPOEMA


a Michelle Peña Herreros, desaparecida en Villa Grimaldi


La Villa no es la misma: una pileta a lo Gaudí, el anfiteatro y rosas con cartelitos de madera que llevan el nombre de los que no aparecen. La torre la han pintado de rojo conchevino como la sangre de Lagos Salinas escupiendo al centro del patio de baldosas donde se pasaban los puchos de mano en mano.

Una casa Corvi sobrevive en la Villa, una pieza de 1x1: Infructuosos ejercicios de respiración de una conversación asfixiante, dividendos de una casa oscura y húmeda, donde el cuerpo no era más grande que el número del cazado.

Esos días eran felices, dice ella: Teníamos todo el dolor de Latinoamérica en las espaldas y esa era la voz que tras abrir su puño partió altiva los ojos del torturador.

¿Y tú embarazo Michelle? les pregunto a las Abuelas de Plaza de Mayo, qué pasó con ese hijo de Chile, con ese hijo de la Unidad Popular que con forceps oxidados te sacaron en la clínica Santa Lucía o en el hospital de la Fach.

¿Quién mierda paga ahora la cuenta del hospital? ¿Quién paga los vidrios rotos de esta doble pesadilla?

El Chicho cayó dos años antes que tú, y tú sacaste la voz en el Instituto Vietnamita, donde trabajabas. Y Gregoria tu madre te dijo: tengo todo preparado para que salgas a Francia y dijiste que te quedabas, porque la dictadura iba a caer y pasaron los años y Peldehue y el helicóptero donde te llevaban vendada y luego con un riel ferroviario amarrado te lanzaron cerca del puerto de San Antonio.

¿Dónde estaba tu hijo en ese momento?

¿Lo botaron a la basura o se lo dieron a un matrimonio de militares? ¿Fue criado por un torturador? ¿Fue criado por un encubridor?

Esto pasó en Peñalolén, en la Villa, respingona de ojos abiertos como el Pacífico donde fuiste a caer.

Al cabo Carrasco lo molieron a cadenazos por negarse a torturar ¿Te acuerdas cuando él pidió que le cantaran una canción de la UP y salió golpeando la puerta a punto de llorar por no saber cómo chucha había llegado a estar del otro lado, torturando a sus propios compañeros?

¿A cuántos les tocó el servicio militar en ese momento y se enamoraron de su torturada?

Michelle, dicen que tu madre Gregoria recibió una llamada una vez que tu hijo había nacido, era un hombrecito ¿Y La Reinalda del Carmen? ¿Ella tuvo la misma suerte?

No pasa nada, recortan el presupuesto para la escritura creativa en estos momentos y a mis amigos no les gusta Pato Manns, todo es como un cajero automático, los billetes salen calientitos y sin arrugas, y estamos aquí, entre capas de ciudades que se levantan incesantes. Caen los edificios, los barrios son distintos a los que conociste y el Cuartel Terranova fue demolido por Hugo Salas Wenzel y eso a nadie le importó, porque todo fue en la medida de lo posible, no como tú y los compañeros que se callaron la boca, como Lumi Videla que resistió a la tortura porque andaban detrás de Miguel ¿Te acuerdas de Miguel? ¿Te acuerdas del bigote de Miguel? ¿De la chasquilla que le caía sobre la frente? El cayó también, con un arma en cada mano y le encontraron libros de Cortázar y otro de guerrilla brasileña.

Todos presos con canchas de tenis, nadie sabe nada y las Abuelas de la Plaza de Mayo siguen encontrando nietos y aquí parece que nunca hubo hijos nacidos en tortura.

Nunca salimos de horroroso Chile Michelle, y todo el amor ha quedado adherido al mar y a las montañas.

Con unos amigos hicimos una editorial y luego todos se pelearon con todos, el poeta que leíamos se murió de cáncer al pulmón y el resto y el resto no sabe qué hacer con los restos de latinoamericana y sus países muertos, el mar y la Villa con ese portón verde, cuando te traían en el camión frigorífico totalmente sellado para que no escucharan tus gritos, pero nadie escuchó, sólo el tibio rumor de los álamos que cercan a la Villa. Luego fueron kilos de literatura y recursos de amparo que podemos leer y releer por internet, pero no hay nada en realidad.

¿Y Jaqueline Drouilly y Cecilia Labrín?

¿Michelle, sabías que Chile se une para ayudar a sus terremoteados?

¿Cuántas son las familias terremoteadas por la dictadura, Michelle? ¿Dos mil? ¿Tres mil? ¿Cinco mil?

No se trata de estrangular al lenguaje o a la memoria, se trata de todo lo que no calza con la sonrisa:

La sociedad civil, la sociedad anónima, la sociedad económica Michelle, la sociedad descuidada e iletrada, la sociedad amnésica, la sociedad ilustrada y descreída, la sociedad individual, la sociedad de mercado: el libre mercado, el libre pensamiento, el libre albedrío, Michelle, ese que no tiene Gregoria, y los que buscan y no encuentran porque no se sabe donde buscar y los que hablaron de presuntos desaparecidos, incluso los que abogaron porque saliera el tirano de Londres, ese que es ministro de educación hoy, y el otro que dirige una comuna siendo un ex Dina.

Es lo que hay Michelle, no me exilio en la poesía, digo esto, no para consolarme, ni para hacer literatura barata, sólo porque la ultima traducción de Catulo me dejó pensando en la tortura y como chocaron las respiraciones en las casas Corvi de 1x1 de la Villa, mientras afuera a alguien lo repasaban con un camión sobre las piernas.

Gregoria quedó embarazada de ti a los 16 años en Francia de un soldado francés, cruzó la cordillera para huir de la guerra civil y tú creciste aquí, y nunca quisiste volver a España y luego vino lo de la embajada de Francia, lo de la embajada de Italia con la Lumi, y eso pasó en José Domingo Cañas, pero en 4 Álamos conociste al cabo Carrasco que te sonrió y regaló un yogurt natural y te preguntó cuántos meses de embarazo tenías y luego vino la Villa, la bolsa en la cara, los cables eléctricos y el festín de Romo, la traición de la flaca Alejandra y Luz Arce y el poroteo; y quizás por eso llegaste hasta aquí, quizás fueron instrucciones precisas, quizás no debiste subir ni bajar, sólo salir de ahí, quizás no debiste volver o cuando volviste ya el sol te pegaba fuerte en la cara

tan fuerte que ya nada podíamos hacer.

(David Bustos)

1 comentario:

  1. Es tiempo que se escuchen las voces de nuestro pasado, es tiempo de respirar y mirarnos a la cara sin vergüenza por nuestros silencios y penas, no puede ser que nos sigan acallando y liberando a nuestros opresores y dejando impune el dolor de toda nuestra patria.
    Andy

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