lunes, 26 de julio de 2010

Aún recuerdo el sabor de la bala,
la herida no cierra, jamás lo hará.
Pena maldita que se agranda al recordar.
Furia infinita, resultado del sueño suprimido.
No olvido, jamás lo haré.
Porque mataron,
no sólo el alma, sino la flor de la esperanza.
También al niño, al hombre, a la mujer.
Mataron la palabra compañero, la igualdad.
Enjaularon la idea, destrozaron la libertad.
Ignoraron la pena infinita.
Yo no los perdono, porque evitaron
que le estrechara la mano a un hombre
de igual a igual.
No los perdono porque gracias a ustedes,
yo he muerto.

(Luciano Gatica Sepúlveda)

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