sólo hay perdón de lo imperdonable como sólo hay grito desde este silencio torpe y la muerte
cuando los reyes se tiren al mar desde las torres amarrados a una rueda de molino
los espectros se confunden con el día y acarician con lástima a los maestros de la ley
desde el fondo del cielo, cuando los adictos perdonen al mundo y las madres al desierto
porque nada se ve venir, porque nuestro crimen habita siempre demasiado cerca del ojo
demasiado cerca de los hijos por envenenar. cuando la inocencia viole a todas sus imágenes
y podamos tocarnos el pecho sin gravedad, con un amor que conserve el asco
hagamos una ronda y que la sangre corra de mano en mano
(Felipe Kong)
No hay comentarios:
Publicar un comentario