Él hacía imágenes con la luz
moldeaba paisajes, retratos y lugares
hacía juegos de sombras y contrastes
en papel plasmaba la eternidad de un momento
vislumbrado por su retina previamente.
En la profundidad de una ciudad sitiada se encontraba
capturando instantes de luz lo detuvieron
los nervios, las manos temblando, la caída:
sin querer la cámara en el suelo y el rollo velado
como si él no supiera que demasiada luz en la película podía resultar perjudicial.
Pero ellos que sabían de luz
pensaron que había botado la cámara adrede
un espía
si, un espía marxista gusano aplastado terrorista
y lo tiraron al suelo
lo llevaron en un camión amarrado a quizás donde
con los ojos vendados
claro oscuro en su mirada
y la luz se colaba por los poros del género
no quería creer que la oscuridad sería su única compañera
por quizás cuanto tiempo.
Llegado al cuartel empezaron las preguntas
jugaron a la ruleta rusa en su cabeza
jamás vio la luz del día
en su celda caverna olor a moho y gritos en las paredes contiguas
tallarines fríos con cuchara fue su único alimento
(un tenedor podría ser un arma improvisada)
Cegado de luz hubiese sobrevivido
la desnudez de su cuerpo delgado
por los barrotes no cabía y cuanto lo deseaba.
Perdió la noción del tiempo y creyó todo una ilusión
incomunicado el único lenguaje eran sus recuerdos
¿alguna vez existieron?
Semanas después se despertó en un sitio eriazo
jamás le devolvieron su cámara.
(Cristina Lafoy)
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