sábado, 24 de julio de 2010

Memorias

Siempre recuerdo a mi padre
hablando sobre cómo llegó a casa
en aquel atardecer, previo a una noche
que pareció nunca llegar a un fin

él hablaba de cómo bajó por
los cerros, caminando luego de horas
desde la fábrica en donde trabajaba
y como era recorrer esa ciudad

alterada, sitiada en todas las esquinas
con el sonido de botas y dones de mando
con altavoces previniendo
y enviando a todos a sus casas

a esperar que alguien se hiciera cargo
oyendo las radios y sus comunicados
todo va a estar bien, decían
mientras nos iban apilando

como becerros o borregos ciegos
supe de gente que manejaba camiones
con seres humanos acallados
inertes unos sobre otros,

también oí de boca de otros poetas
que se volcaron a las palabras
demudadas, escondidas, memorizadas,
que se hicieron testimonio final

del horror que les tocó vivir,
de hacer patria en otras tierras
los que pudieron huir
mientras los que aquí quedaron

pasaron horas cegados, ojos vendados
electricidad aplicada en todo el cuerpo
sólo puedo imaginar el dolor de Víctor
y sus manos quebradas por las mismas botas

que marchaban pidiendo oro y joyas
cómo sería este mundo si aún estuviese aquí
el olvido es un lugar lleno de memoria
dijo Benedetti hace años atrás

y es lo mismo que pido en esta plaza,
en estos muros con huellas de proyectiles
que haya memoria, que el olvido sea
de los horribles, la memoria

son las huellas que llevan muchos
y para ellos la historia no se borra
ni con el codo ni con papeles
la memoria sirve para tener un nombre
digno de llevar en el pecho.

(Cristián Lobos)

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