Aquellos a los que el alma se les quedó
en alguna parte.
Los que no vivieron nunca,
Los que pusieron apellidos a sus tristezas.
Y tocaron puertas para comprar una sonrisa.
Los que danzan con lastimera
Inconciencia hacia un sitio sin nombre.
Los que vigilan sus puertas
Y no cantan porque los pueden oír.
Los que no hacen el amor
Por miedo a engendrar un hijo.
Los que nunca han escrito
Un diario de vida.
A los que nadie compadece
A los que nadie perdonará nunca.
Los que no pueden respirar como yo,
El aire impregnado de luna y estrellas.
Los que te torturaron
Y pusieron a tu amigo en una fosa común.
Los de rostros muertos y de pasos ajenos
Ellos, son los cadáveres.
Olga Cárdenas Gallardo
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